martes, 20 de febrero de 2018

El Hospital León Becerra de Guayaquil, Ecuador, está en crisis


Esta crisis, sin embargo, no impidió que las misiones médicas internacionales sigan visitando el Hospital León Becerra, de Guayaquil en Ecuador.

El centro médico de la Sociedad Protectora de la Infancia, que coordina cirugías gratuitas para niños, afronta una complicada situación económica. “La situación es crítica”, resume Ricardo Koening, presidente de la institución benefactora, creada en la ciudad en 1905.

Él explica que el Ministerio de Salud Pública (MSP) les debe USD 7,2 millones, un valor que se vendría acumulando desde el 2014. Ese valor corresponde a una resolución del Congreso Nacional de 2006.

Desde ese año se dispuso la entrega de USD 80.000 mensuales al hospital, por parte del Estado, para la atención en salud. El monto está destinado al pago de roles y capacitación del personal. Las mejoras de infraestructura y el equipamiento se realizan a través de donaciones, como afirman los directivos.

Por eso la falta de pago del MSP afecta a los 270 colaboradores del hospital, quienes no han recibido sus sueldos en los últimos tres meses. Tampoco han podido cancelar las cuentas que mantienen con proveedores. En total, ese valor llega a los USD 4,5 millones.

Este Diario solicitó información al Ministerio de Salud Pública sobre la deuda con el León Becerra. Sin embargo, no ha emitido una respuesta. La semana pasada un grupo de trabajadores hizo un plantón frente a la Gobernación del Guayas. Los delegados del Gobierno ofrecieron darles una respuesta mañana.

El presidente de la Sociedad Protectora de la Infancia asegura que han enviado cartas al presidente Lenín Moreno y a sus ministros de Finanzas y Salud.

Desde agosto esperan una respuesta. Como solución, el directivo dice que están dispuestos a recibir bonos negociables del Banco Central del Ecuador. “No buscamos una confrontación, buscamos solucionar un problema que nos generó el Estado”.

El 80% de los pacientes del León Becerra son niños. El hospital funciona en el sur de Guayaquil desde hace 112 años. El 85% de su facturación proviene del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, que en los últimos años ha reducido sus derivaciones; ese es otro problema que afronta. El 15% restante es generado por pacientes particulares y algunas aseguradoras privadas.

Desde el 2012, la Sociedad Protectora de la Infancia coordina la visita de misiones de médicos desde Estados Unidos y Francia, para cirugías gratuitas de labio leporino, paladar hendido, estrabismo y malformaciones.

Este fin de semana recibieron al primer grupo de especialistas del año, que planifica hacer 100 operaciones. Las valoraciones de los pacientes ya fueron hechas y los procedimientos quirúrgicos comenzaron este lunes 19 de febrero.

Usualmente, las cirugías que realizan cuestan entre USD 3.000 y 8.000. El año pasado realizaron 600. “Si hacemos un cálculo, le ahorramos al Estado cerca de USD 1'800.000 y familias enteras cambian sus vidas”, afirma Koening.


FUENTE:


lunes, 19 de febrero de 2018

Teodora es libre


Perder al hijo que esperabas es duro.

Que te culpen por ello y te metan en la cárcel, más. 

Eso es lo que la salvadoreña Teodora Vásquez asegura que hicieron con ella las autoridades de su país cuando solo tenía 24 años. Vásquez salió el pasado jueves 15 de febrero del 2018 de la cárcel después de una década presa por un evento obstétrico del que ella siempre dijo que fue espontáneo y no provocado. 

Después de años de recursos en los tribunales y de reivindicación en las calles, alentada por Amnistía Internacional y otras organizaciones que la apoyan, su caso se ha convertido en un ejemplo de la lucha por los derechos de los mujeres en un país que tiene uno de los marcos legales más restrictivos sobre el aborto del mundo. 

La historia de su vida se torció en 2007, cuando tenía un hijo de cuatro años, al que peleaba por alimentar con su sueldo de empleada en una escuela, y esperaba al segundo. 

«Estaba trabajando en el colegio y a eso de las dos de la tarde me empecé a sentir muy mal. Estaba en el noveno mes de embarazo y creía que iba a nacer mi bebé. Como los dolores no pasaban, sino que aumentaban, llamé a una ambulancia. Hasta cinco veces, pero nunca llegó. 

Me dieron ganas de hacer pipí y fui al baño. Al bajarme la ropa interior, noté algo que se desprendió dentro de mí. En ese mismo instante me desmayé. Busqué a mi compañera para que me dijera lo que había pasado, que mirara en el baño y me dijera lo que había ahí. En ese momento llegó la policía. Vio las huellas de sangre y preguntó de quién era lo que había en el baño. Yo, sin temor, porque sabía que no había hecho nada malo, dije que era mío. Me preguntaron: "¿Por qué lo hiciste?". "Yo no he hecho nada", contesté. "Has matado a tu hijo", me dijo el policía. Fue así como supe que era mi bebé lo que había en el baño. Y ahí me capturaron. Me dijeron que me llevaban por haber matado a mi hijo. Esa fue la explicación. 

Me sentí derrotada porque yo tenía todas las esperanzas de tener a mi hijo. Tenía tanta ilusión... Mi mundo se derrumbó porque perdí a mi bebé y también mi libertad, y con ella el derecho de estar con otro hijo y con mis padres. Yo me había construido una vida, y lastimosamente no salió como la había proyectado. 

La policía me trató muy mal. En El Salvador se aceptan todo tipo de delitos, menos esos. Me insultaban, me tiraban la puerta del carro, se negaban a llevarme al baño cuando yo lo pedía, me negaban los medicamentos. No hicieron nada por mí. Me decían que era una mala madre y una perra. Finalmente, me condenaron a 30 años de prisión por asesinato agravado. 

Los abogados defensores que llevaba abandonaron el proceso. En la audiencia en la que me condenaron estuve sola, acompañada tan solo por un abogado de la Procuraduría al que le habían asignado mi caso solo 11 horas antes. 

A los tres meses de entrar yo en la cárcel, el padre de mis hijos nos abandonó y se fue con otra mujer». 

Teodora pudo salir de la cárcel gracias a una sorprendente decisión del Tribunal Supremo de El Salvador, que decidió conmutar su pena. Sin embargo, no se ha reconocido su inocencia, por lo que sus abogados presentarán más recursos. 

En 2016, Amnistía Internacional le presentó al gobierno 250.000 firmas "exigiendo su libertad". Y en noviembre del año pasado, Naciones Unidas pidió a las autoridades de El Salvador la revisión de los casos de mujeres que cumplen largas penas por provocarse aborto. 

Según la organización salvadoreña Agrupación Ciudadana por la Despenalización del Aborto, actualmente unas 27 mujeres cumplen penas de entre seis y 35 años por la penalización del aborto. El gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén propuso en 2016 impulsar una reforma para permitir la interrupción del embarazo en los casos en que la vida de la madre esté en riesgo o sea fruto de una violación, pero el proyecto no ha prosperado en el Congreso. 

El Salvador sigue siendo junto a Nicaragua, Honduras, Haití, Surinam, Andorra y Malta uno de los pocos países del mundo que mantienen una prohibición absoluta del aborto.


FUENTES:
http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-43079010


http://juninalminuto.com/una-mujer-condenada-a-30-anos-por-practicarse-un-aborto-en-el-salvador-finalmente-fue-liberada/

viernes, 16 de febrero de 2018

Cruces para las víctimas de la Marjory Stoneman Douglas High School


Cruces para las víctimas de los disparos del miércoles 14 de febrero del 2018 en la Marjory Stoneman Douglas High School cuelgan de una cerca a poca distancia de la escuela en Parkland, Florida, EE. UU. (Foto de Jonathan Drake para Reuters)

martes, 13 de febrero de 2018

Se desarrollan, por primera vez, óvulos humanos en el laboratorio


La técnica se ha creado para preservar la fertilidad de mujeres o niñas que van a empezar radioterapia o quimioterapia

Científicos de Edimburgo (Reino Unido) y de Nueva York (EE UU) han logrado por primera vez cultivar fuera del cuerpo óvulos humanos inmaduros hasta su última fase de desarrollo, el momento en el que están listos para la fecundación con un espermatozoide. Los autores sugieren que esta técnica podría utilizarse para preservar la fertilidad de niñas antes de que reciban tratamientos que podrían dañar sus óvulos, como quimioterapia o radioterapia.

Para desarrollar un tratamiento de preservación de fertilidad, los científicos primero tendrán que demostrar que los óvulos maduros son viables y que al fecundarse producen embriones sanos, afirma Antonio Requena, el director general médico del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), que no participó en la investigación. Esto ya se ha logrado en ratones, pero tendrán que pasar varios años más hasta que se demuestre la seguridad del método en humanos. En el estudio, que aparece publicado en la revista científica Molecular Human Reproduction, participaron 10 mujeres sanas que habían escogido dar a luz por cesárea. Durante la operación, los cirujanos tomaron biopsias de sus ovarios que sirvieron para la posterior extracción de folículos ováricos —envoltorios de tejido que contienen los óvulos—.

“El cultivo es complicado, porque las estructuras cambian muchísimo su tamaño”, explica a Materia Richard Anderson, uno de los autores del estudio de la Universidad de Edimburgo. “Los folículos primordiales solo miden unas micras de diámetro, mientras que el folículo maduro puede llegar a medir dos centímetros de lado a lado”, señala el biólogo. Para sortear estos cambios morfológicos, los investigadores realizaron el proceso en varias fases: empezaron desarrollando folículos completos, pero cuando estos se volvieron demasiado grandes para las técnicas de cultivo, extrajeron los óvulos y descartaron el tejido accesorio.

Anteriormente, varios centros de investigación habían logrado replicar partes del proceso de desarrollo, pero esta es la primera vez que se lleva a cabo por completo. Mientras que en un ovario sano la maduración del óvulo suele llevar tres meses, en el laboratorio solo tardó tres semanas. Anderson sostiene que “el hecho de que suceda más rápido en cultivo no significa que hay ocurrido algo malo, simplemente que el desarrollo es posible en menos tiempo”.

Requena advierte que “debemos ser muy cautos” antes de proceder con técnicas de preservación de fertilidad, pero felicita a los investigadores por el potencial que tiene su logro para la clínica. Normalmente, los médicos pueden extraer tejido ovárico de pacientes oncológicos para reimplantarlo después del tratamiento. Sin embargo, esa intervención conlleva el riesgo de reintroducir células cancerosas al organismo. Con la nueva técnica, los óvulos inmaduros que se extraen del tejido ovárico se pueden desarrollar y almacenar en el laboratorio para su posterior fecundación. Cada óvulo aislado estaría libre de células contaminantes: “podríamos fecundarlos [in vitro] y obtener embriones, que es lo que se implantaría”, explica el doctor.

Aunque han demostrado que desarrollar óvulos en el laboratorio es posible, los autores reconocen que el proceso no es exactamente eficiente: de los 87 folículos que cultivaron, lograron extraer nueve óvulos maduros. Además, las células que obtuvieron no son idénticas a las que produce el cuerpo. Cuando el óvulo madura por completo, debe expulsar la mitad de su material genético en una estructura secundaria llamada el cuerpo polar. Todos los óvulos de laboratorio, ya sean de ratón o de humano, muestran cuerpos polares más grandes de lo normal. “No sabemos si el tamaño del cuerpo polar es relevante, pero en ratones la fecundación de los óvulos de laboratorio no es tan eficiente como cuando crecen en el cuerpo”, dice Anderson. A pesar de estas limitaciones, el estudio también ha clarificado el proceso de desarrollo del óvulo humano en sus distintas etapas, lo cual podría facilitar la investigación de otros tratamientos de infertilidad y de nuevas técnicas en medicina regenerativa.